Emprendedor, date cuenta
El cliente pesadilla existe, así que más vale que aprendas a detectarlo.
Hace unos días leía esto de
:Lo de que “el cliente siempre tiene razón” es la típica mierda que le obliga creer un mal mando intermedio a sus subordinados para dejarlos mansitos y que en la foto salgan bien peinados.
Y entonces se me vino a la cabeza todos aquellos “malos” clientes que me he encontrado en el camino. ¿La verdad? Menos de cinco, y no, no es cuestión de suerte es que tengo un radar que los detecta en esa reunión gratuita que les ofrezco antes de que ambos tomemos una decisión.
Esto puede sonar muy altivo y conozco esa situación en la que la necesidad de pagar facturas y empezar a generar ingresos hace que te plantees ofrecer descuentos y regatear como si estuviéramos en el baratillo de los domingos.
Emprendedor, date cuenta: más vale estar comiendo lentejas un mes seguido (o meses) que aceptar un cliente que te va a costar la salud.
Y lo digo con rotundidad porque yo me considero una cliente ideal: tengo claro cuál es mi presupuesto y valoro el trabajo del otro, por eso si no puedo o quiero pagar no regateo. No hago ghosting, siempre contesto aunque sea una negativa. Si tengo dudas, pregunto y me dejo asesorar. Me fio de las reseñas y valoraciones de los demás, pero hasta cierto punto. Y cuando el otro hace su trabajo bien, siempre siempre lo reconozco y difundo.
Si a ti te falta desarrollar mi superpoder para detectar a este especimen, hoy te dejo una lista de faros rojos (las red flags que llaman ahora) que te avisan de que por ahí no es:
1. El "Podemos hacerlo por menos, ¿no?"
La charla empieza bien, hasta que sueltan el temido “¿Y esto no lo puedes hacer un poquito más barato?”. Lo peor es que este cliente cree que regatear es parte del networking y no entenderá que tu trabajo vale lo que cuesta. Si empieza así, probablemente acabe queriendo una cena con espectáculo por el precio de un café solo.
2. El "Quiero resultados para ayer"
Ese cliente que vive en su propio túnel de espacio-tiempo, en el que “a corto plazo” significa “antes de la reunión de mañana”. Lo mismo da que le expliques la estrategia paso a paso: siempre va a querer un sprint cuando apenas has atado los cordones. ¡Cuidado! Este es el tipo que va a enviarte mensajes a las 2 a.m. con mil interrogantes: “¿¿Listo ya?? 😡😡😡”
3. El "Quiero algo como el logo de Nike, pero único"
Este cliente quiere "originalidad" pero al mismo tiempo que te dice “hazlo igualito a esto”. Y ahí estás, intentando explicarle que el logo de Nike funciona porque, bueno... ¡es Nike! La creatividad se paga, pero convencer a este cliente de ello es como intentar explicarle física cuántica a un pato.
4. El "Es una idea fácil, no te llevará mucho tiempo"
Los famosos "cinco minutos" de los clientes. Todo lo suyo es "sencillo y rápido", y tú ya sabes que significa no pagarte por las horas reales de trabajo. Además, suelen ser expertos en contarte todo el proyecto mientras recalcan que “es muy sencillo”, aunque ya intuyes que vas a acabar haciendo el Everest de la comunicación.
5. El "No sé lo que quiero, pero quiero algo impactante"
Quieren el efecto wow, pero no tienen ni idea de qué es. Van lanzando conceptos al aire como si fueran dardos: “algo fresco, juvenil, pero serio, como una mezcla de Beyoncé y el Financial Times”. ¡Suerte con descifrarlo! Si no sabes cómo empezar, lo mejor es no empezarlo.
6. El "Yo sé más que tú (aunque nunca lo haya hecho)"
Aquí llega el experto autodidacta en tu trabajo. Normalmente, ha leído dos artículos en LinkedIn sobre tu sector, y ya se cree que sabe más que tú. Prepárate para que te diga cómo debes hacer tu trabajo y, si tienes mala suerte, lo hará línea por línea.
7. El "Quiero algo innovador, pero que funcione seguro"
Este cliente pide innovación, pero teme cualquier cambio. Quiere que arriesgues con ideas rompedoras, pero con garantías de éxito* Y cada propuesta nueva genera una reacción de terror absoluto. No entiende que lo "seguro" y lo "innovador" no son exactamente mejores amigos.
8. El "Por cierto, necesito otra cosa extra" (todos los días)
Al inicio parecía un proyecto sencillo, pero con cada entrega viene el clásico “¿Y podrías añadir...?”. Es una especie de poción mágica de revisiones y cambios constantes que, para él, forman parte del paquete. Antes de que te des cuenta, el proyecto tiene más anexos que una enciclopedia.
9. El "Te llamaré para todo, a cualquier hora"
Este cliente confunde “servicio personalizado” con “soporte 24/7”. No entiende que los fines de semana y las noches no están en el contrato. Y lo peor es que te suelta “una duda rápida” que acaba siendo media hora de charla existencial. Antes de aceptar, pregúntale si entiende el concepto de “horario laboral”.
10. El "No tengo ni idea de lo que necesito, pero ya iremos viendo"
Aquí tenemos a la joya de la corona. Este cliente llega sin objetivo claro, sin ideas, pero con muchas expectativas y poca paciencia. Te dejará pilotar sin mapa, pero si el proyecto no despega, será el primero en poner cara de esto es culpa tuya. No dejes que te arrastre en su viaje hacia ninguna parte.
Bonus: ¡Si detectas tres o más de estas señales en el mismo cliente, huye! O, al menos, asegúrate de que tienes una buena cláusula de escape en el contrato. Porque algunos proyectos te enseñan tanto… ¡que hubieras preferido no haberlos aceptado nunca!
Por cierto…: Si necesitas ayuda para comunicarte con tus clientes, quizás puedo ayudarte AQUÍ.
Gracias por la mención, Alba :)